martes, 18 de marzo de 2008

Cuando llora el poeta


Cuando llora el poeta...
sus lágrimas de plata
desbordan mares de tristeza.

Cuando llora el poeta...
se anega su sonrisa
y sus ojos adquieren el tinte de la nada.

Sus versos ya no son los de antes,
no juguetean entre la belleza de las cosas,
sólo se esconden
o flotan entre las páginas de la amargura.

Sus palabras...
cubiertas por el frío de la desilusión,
se hacen ininteligibles,
casi mudas.

Cuando llora el poeta...
se opacan los coloridos celajes
que llevan los sueños al infinito,
y el universo mismo le reprocha.

Es su llanto,
un húmedo milagro
que recorre las mejillas.

Es su llanto,
fresco bálsamo
que alivia pasiones truncadas.

Contémplale en silencio,
tiene la gracia de un pequeño niño
al que se le negaron sus antojos.

Admírale...
pero nunca preguntes por su pena,
no quites la magnificencia
a ese precioso instante.

Simplemente...
deja descansar su alma.

Consideraciones


Y mis ojos se abrieron...

Contemplaron por primera vez
el mundo.

Sólo supieron de belleza.

Luego,
llegó a ellos el dolor y concibieron el llanto.

Después,
percibieron el tiempo y el cansancio.

Entonces,
imaginaron la eternidad y se cerraron
para siempre.

Cántico floral


Las flores,
gráciles ninfas voluptuosas,
visten siempre de fiesta;
extienden sus esmeraldinas manos
para que las bese el sol de la mañana.
Se inclinan
ante el voluble viento,
ante el amenazante y amoroso viento
que desea perfumarse en sus fragancias.
Y lo seducen,
y lo embriagan.
Las veo felices...
Mecerse entre sus alas,
recibir a los gentiles visitantes
que se bañan de polen y de mieles.
A veces...
Cuando la noche avanza,
cuando el ocaso oscurece sus celajes,
las siento entonar
y danzar
rondas primaverales.
Ramilletes de flores
saltarinas
se toman el infinito verde,
celebran el amor
en sus capullos
y tristemente mueren.
Se van al cielo de las flores marchitas,
donde las cuida... Baudelaire.